sábado, 30 de enero de 2010

"Bailar una expresión vertical de un deseo horizontal"




Samantha.
Samantha, tiene 35 años, ella sabe que la vida esta pasando, y que además pasa rápidamente. Ella baila tango por pasión y seduce a los hombres por profesión. Tiene claro que odia tener su casa y su cama vacía pero sabe que así se encuentra su corazón.
Ella es una mujer guapa y sensual, de estatura media, piel trigueña, cabello castaño y unos enormes ojos color café oscuro que son capaces de abrumar el alma de cualquier mortal y hasta la propia. Su mirada no mienta, siempre la delata, definitivamente sus ojos no mienten y ni siquiera lo intentan, miran, observan, parpadean, sospechan, soslayan, sonríen, lloran, se menean, opinan, atan, desatan, añoran, suplican, matan, dan vida, calman, colman, hechizan, aburren, irritan, ilusionan, detestan , alucinan y seducen. Realmente sus ojos seducen.

Seducir,seducir es lo mejor que sabe hacer, hasta el día de hoy los hombres y el baile han sido su principal escuela, desde pequeña lo aprendió.
Su rostro es difícil de descifrar, dice tantas cosas que termina siendo engañoso, ella es perdón y rencor, sensatez y rencor, riesgo y temor, es cruel y compasiva a la vez, tiene sabia intuición e imprudente pasión ella es contradicción.
Me ha contado que a cada historia de su vida le ha tratado de dar un final y que ha aprendido a no volver la vista atrás, no se asusta si no la quieren amar y comprende que muchos solo quieren despertar con ella y nada más.
Ella baila y juega amar en aquel mismo lugar, en aquel bar donde convierte sus sueños en humo. Ella no disimula. Ha aprendido a ser quien es, el tango le ha enseñado a experimentar el dolor y con dolor vive, baila y hace el amor, ¿disimular? -Para qué disimular-dice Samantha, si siempre al final el bar ahí va estar, para verla bien, para verla mal o para verla doble. Para que soñar con algo más si mañana ninguno se va acordar del dulce sabor de su piel y mucho menos de su nombre. Herida por la fertilidad de sus deseos danza su alma.
El tango llegó a su vida como un rayo de tormenta y la envolvió en un mundo de sentimiento y percepciones, descubriendo la pasión de su música, y la tristeza de su ritmo. Samantha me cuenta, que el tango, es el único "mal" paso que no ha dado en su vida. La culpa, los años que pasan, las noches de desvelo, los antojos, el deseo, el engaño: ¿cómo lográ exorcizar los dolores del alma o la inquietud de la carne? todo tiene una respuesta, EL TANGO.
Ella, ama el tango, y ¿por qué lo ama?porque... ¡porque el tango es macho!,¡porque el tango es fuerte! tiene olor a vida, tiene gusto a muerte.
Ella es esa tendencia a traicionar, a mentir y a ser perfectamente franca. Constantemente la embarcan esas ganas de huir, de salir corriendo cuando alguien muestra que empieza a conocerla o a descifrarla. Ella es esa indomable sed de alguien y de no estar con nadie. Esas ganas de cambiar sin renunciar a nada. Esa hambre de imposibles.
Samantha disfruta cuando mira la luna, se pasa horas observando las olas o los atardeceres, o el viento en los sauces. Le gusta salir a caminar los días de lluvia, resulta que le gusta estar así, sintiendo como el agua traspasa su ropa, llega hasta su piel y la acaricia como ningún hombre lo ha hecho hasta el momento, le gusta experimentar el olor de la lluvia, el tacto de la tierra que se ablanda, y el sonido del agua chocando contra las hojas. Disfruta los momentos en que el día le permite estar sola. Samantha es el recuerdo del tango que vaga por las calles.
El problema de Samantha no tiene remedio, tiene más de gramo y medio de dolor que esta dispuesta a compartir. Quisiera gritarle al mundo que no le venga mas con un tango llorón que ella lo que necesita es ritmo, ella se ve cansada, se le ve caer arrastrada por la tentación del baile, por las luces del centro, por el dinero de un bacán, no ha decidido su destino y para colmo de males siempre la llevan por el mal camino. Samantha no quiere más heridas que no curen con alcohol. Su cuerpo tambalea enganchado en la luna, su piel teñida de nostalgia solo se pregunta, ¿cuánto tiempo más durara, todo esto?
Dicen que toda mujer tiene la fantasía de ser prostituta por un día. Ella lo ha cumplido durante más de 20 años, pero quizás para Samantha, este sueño sea una pesadilla diaria aunque muchos no lo crean. Avivar los sentidos y perfumar la fantasía aun esta permitido mí querida Samantha.