viernes, 5 de febrero de 2010

"La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina"


Samantha, vive en una pequeña pieza al sur de Cali, específicamente en el barrio San Antonio, conocido como “Cali Viejo”, uno de los barrios más tradicionales de la ciudad. San Antonio es reconocido por sus " calles "empinaditas" así lo describe Samantha, ella dice que - vivir ahí es para gente berraca porque siempre hay que subir y subir o bajar y bajar y que así es la vida, como una montaña rusa, algunas veces te permite subir y llegar a los espacios mas sublimes del alma, y otras veces en su mayoría baja con tanta fuerza que solo te produce una clase de miedo y vértigo casi suicida-. Ella también dice que los caminos que tiene San Antonio son tan parecidos a la infalible ruta de la felicidad, pues, ésa, aquella felicidad que despectivamente nombra Samantha, te la fabricas sola y no depende, sin embargo, ni siquiera de ti, sino de una mezcla casual y siempre diferente de azar y voluntad. Por aquellas elevadas calles y grandes casas de estructura colonial, ella camina, quien iba a pensarlo, pues es en este barrio donde se remontan los inicios de la Cali colonial, para ser reemplazadas por numerosos talleres de arte, artesanías y teatros llenos de azar y voluntad parecidos a aquella infalible ruta de la felicidad de la cual habla Samantha.
Para llegar aquella pieza uno tiene que caminar, caminar y caminar, indiscutiblemente quien se arriesgue a vivir ahí a de tener un buen estado físico o sangre de bailarina. Es una enorme casa blanca tipo colonial, dividida en numerosas piezas. La habitación de Sami como he decidido llamarla cariñosamente, por el agrado que me produce, es la del tercer y ultimo piso, 12 pasos aproximadamente a la derecha y ahí esta, frente a los ojos una puerta color rojo con un enorme letrero que dice " todo lo entra, también debe salir”. Se abre la puerta el lugar es realmente pequeño, la cama de Samantha también lo es, curiosamente tiene dos almohadas y siempre mantiene destendida, eso si cabe resaltar que el color de sus sábanas es un blanco perfecto, esta se encuentra arrinconada en la parte derecha del lugar junto a una enorme ventana a la cual le logra entrar toda la luz natural del día y en la noche el brillo de la luna. Encima de la cama encuentro un libro parece ser el último que esta leyendo, "La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina” de Stieg Larsson, el mismo escritor de “Los hombres que no amaban a las mujeres”. Al lado izquierdo una pequeña mesa de noche con la fotografía de un hombre que logra casi duplicar su edad. Es curioso observar como un pedazo de la foto se encuentra recortada. El hombre de aquella foto, es un hombre atractivo me atrevería a decir que sus ojos al igual que los de ella son ojos que no mienten y mucho menos lo intentan. Al lado de la foto encuentro dos copas acompañadas de un vino tinto color rojo cereza. Pues me explica ella, que el vino tinto también tiene sus tonos variados, los hay oscuros noche, oscuros sangre, oscuros de violento, los hay rosados de distintos aspectos. Eso si, me aclara que es trago seguro, y que si alguna vez se inventan una bebida de amor, será con vino tinto. Ella me cuenta que los ha probado todos, que intentó conocerlos y conocerse a ella en ellos. Y que sin duda alguna el color rojo cereza fue el que más le convino. Siguiendo con la descripción de este atractivo lugar, en aquella mesa de noche también logro observar una velita color roja casi gastada, una caja de fósforos totalmente desordenada y una imagen del divino niño Jesús.
Dentro de aquella misteriosa mesa de noche se encuentra la ropa interior de Samantha esta también es de color rojo, pero curiosamente a ella nunca se le ha visto por las calles vestir de este color. De hecho observo su closet y en este solo hay ropa negra, parece haberse prometido así misma guardar luto eterno.

Al frente se de su cama se encuentra el baño, un baño impecablemente blanco. En realidad en aquella pieza casi todo es majestuosamente blanco, solo algunas cosas rojas rodean aquel lugar.
Samantha pinta flores en el techo la pared, son flores de color rojo, algunas de ellas parecen rosas.
La pared que esta justo enfrente de la cama tiene un escrito con letra roja un texto curioso que dice así. Y no tienes la culpa de estar triste. Vive tu tristeza, pálpala, deshójala en tus ojos, mójala con lágrimas, envuélvela en gritos o en silencio, cópiala en cuadernos, apúntala en tu cuerpo, apúntala en los poros de tu piel, apúntala en una pared. Samantha parece ser una de esas mujeres tristes de las cuales escribe Hector Aban Faciolince. Y al final del párrafo se encuentra la marca de unos labios color rojo como quien sella una carta de amor.
En el suelo de aquella habitación encuentro unos cuantos libros y Cd`s de tangos tristes de Gardel regados por el piso sin ningún orden alguno, realmente no le interesa el orden, es su espacio y no quiere que nadie la " joda" , así dice ella. Y el ambiente se torna melancólico al sonar una melodía de Gardel: Yo no se si es cariño el que siento, yo no se si sera una pasion, solo se que al no verte una pena va rondando por mi corazón. Yo no se que me han hecho tus ojos , que al mirarme me matan de amor, yo no se que me han hecho tus labios que al besar mis labios, se olvida el dolor, yo no se que me han hecho tus ojos , que me embrujan con su resplandor, solo se que yo llevo en el alma tu imagen marcada con el fuego de amor. Y la voz de Samantha se pronuncia suave junto con la de Gardel. Ningún ritmo que no sea el del tango ha alcanzado gran belleza en mi dice Sami , surge de las profundidades abismales del espíritu acongojado. A veces es de una elegante lentitud, como expresando un inconfesable pesar y otras veces su movimiento es tan rápido, que parece musicalizar las peleas del corazón.

Otros dos textos decoran la habitación, uno al lado derecho y otro al lado izquierdo, el del lado derecho es un párrafo en francés que hace referencia a una canción de Carla Bruni que se llama Tout le monde : Tout le monde est une drôle de personne, et tout le monde a l'âme emmêlée, tout le monde a de l'enfance qui ronronne, au fond d'une poche oubliée, tout le monde a des restes de rêves,et des coins de vie dévastés, tout le monde a cherché quelque chose un jour, mais tout le monde ne l'a pas trouvé.Y al lado izquierdo encuentro el letrero que más me llama la atención y me logra inquietar, aquel que dice , Y ese 4 de diciembre todo cambio… y una lágrima roja brota de esta pared.
A Samantha, una cosa le interesa poco: la comida. Y lo poco que consume hace parte del estante de lo descomplicado: hamburguesas, pizzas y emparedados, al parecer el hambre pocas a veces se apodera ella, parece mas bien tener sed y hambre de otras cosas, su cocina no tiene nada de especial, es una pequeña cocineta de la cual parece no hacer mucho uso.

Sami en su cuarto no tiene ningún tipo de tecnología (teléfono, celular, televisor y mucho menos computador) parece que hubiera querido cortar todo tipo de comunicación, ella solo tiene un pequeño equipo de sonido que le permite oír su melodía favorita, “El tango”, tango y mas tango, por favor, tango para oír, tango para sobrevivir.














1 comentario:

  1. Sami me ha hecho recordar a Calamaro y a esta canción: http://www.youtube.com/watch?v=weJYvF6Gqzw&feature=related

    ResponderEliminar