viernes, 19 de marzo de 2010

¿Decime Dios dónde estás?

¿Por qué Samantha baila tango?

El recuerdo de sus más íntimos deseos.


Herida por la fertilidad de los deseos, danza su alma, prendida de un hilo, vagando por el silencio, escrutando agonías, aboliendo mil tormentas, enfrentada a pesadillas ahogadas en solución de salina. Impaciente grita a las nubes. No encuentra respuesta alguna. Marcada por los días de pensamiento infinito, ansiedad y tristeza, ella se ha atrevido a considerar que parte de la liberación de la mujer, una gran parte en realidad, se basa en poder superar los propios escollos que la sociedad puso en el camino. Simplemente permitirse ser mujer es poder gozar sin culpa, sin darle la espalda a la palabra sexo, sin tener que justificar por qué se hace o cuantas veces se hace. Samantha la mal llamada prostituta por sus padres, decidió un día ir en busca de su propio mundo.

Ella sabía que en cualquier momento de la vida se podía perder el camino pero que lo importante era llegar al destino con dignidad. Consideraba que su familia no era ella, que estaba junto a ella, componía parte de su mundo, pero no era su propia identidad. Es por esto que un día decidió otorgarse cierto permiso especial. Tenía claro que rebelarse contra los demás era algo más o menos natural, pero que, no obedecerse a sí misma era aún más importante; no obedecer a esa conciencia excesivamente tiránica en la que a veces la había envuelto su propia esfera familiar. Quería dejar atrás los miedos y permitirse cosas. Permitirse decir y vivir cosas que de pronto la hicieran arrepentirse cuando estuviera más vieja. Ella quería luchar cada día por ser y existir, luchar cada día por vencer esos frenos, luchar cada día para que fluyera lo que sentía.

Ella gritaba al vació, que le devolvía su voz escarchada, reclamaba a su padre su cruel ausencia, no encontraba de nuevo respuestas. Tras aquel largo abandono, Samantha buscó esa figura, paterna y masculina a la que en muchos momentos anhelaba y deseaba abrazar, en: el tango, y ¿por qué en el tango? ¡Porque el tango es macho!, ¡porque el tango es fuerte! ¡Tiene olor a vida, tiene gusto a muerte! Recurrió al tango como manera de expresar pensamientos tristes que podían bailarse. Recurrió al tango como a ese viejo amigo al que sintió que perdió hace algunos años. Solo buscó en él permitirse ser escuchada, desahogarse, reclamar y llorar. Llorar de una manera distinta, pero llorar. “Llorar a lágrima viva. Llorar a chorros. Llorar la digestión. Llorar el sueño. Llorar ante las puertas y los puertos. Empaparse el alma, el cuerpo, la camiseta. Inundar las veredas y los paseos, y salvarse, a nado, de su propio llanto”. El tango siempre le había dicho-Samantha Llorarlo todo, pero llorarlo bien. “Llorarlo con la nariz, con las rodillas, llorarlo por el ombligo, por la boca. Llorar de amor, de hastío, de alegría. ¡Llorar todo el insomnio y todo el día!”

Acompañada constantemente del tango Samantha cantaba y reclamaba en voz alta; "Le dí la cara a la vida y me la dejó marcada. En cada arruga que tengo llevo una pena guardada. Yo me jugué a cara o cruz. Iba todo en la parada. Llegó el tiempo del barajo y me dejó como estaba. Si sos audaz te va mal. Si te parás se te viene el mundo encima. ¿Decime Dios, donde estás que te quiero conversar? Si para unos fui bueno otros me quieren colgar. Mientras me estoy desangrando vivo sentado esperando el día del juicio final. Decime, Dios, donde estás que me quiero arrodillar".

Reflejada en una copa de vino tinto, sentada junto a la estampita del Divino Niño que tenía encima de la mesa de noche, Samantha le seguía hablando a Dios con el corazón y al oído le pedía y le repetía que: Yo pueda llorar menos de tristeza y más de alegría, que mi llanto no sea en vano, que en vano no sean mis dudas. Que yo sepa perder mis caminos pero que sepa recuperar mis destinos con dignidad. Que yo no tenga miedo de nada, principalmente de mí misma: que yo no tenga miedo de mis miedos. Que me quede dormida cada vez que vaya a derramar lágrimas inútiles, y despierte con el corazón lleno de esperanzas. Y que yo haga de mí una mujer serena, dentro de mi propia turbulencia. Así sea.

1 comentario:

  1. Y bien, creo que este capítulo ha sido decisivo en la necesidad de soltar verdades, de desparramar dolores. No me citas a Girondo con su Llorar a Lágrima Viva, y debes hacerlo: http://amediavoz.com/girondo.htm
    El tango también es piel, sensualidad, pasión, oscuridad y olor a sexo. Es tal vez el lugar donde Samantha puede transgedir y reclamar por lo injustos que han sido con ella por sólo querer amar.

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